Lo mejor de este hotel es que está muy cerca a la plaza principal de Praga. Localizado en una calle peatonal llena de restaurantes y buen ambiente, estás a un minuto andando de la plaza de la ciudad vieja y el reloj astronómico de Praga. Nosotros fuimos a casi todas partes andando desde el hotel sin necesidad de usar el transporte público. Es un hotel bonito con personal muy amable que nos ayudaron con reservas en restaurantes y consejos en general. Tuvimos la suerte de tener la habitación arriba de todo que tiene un jacuzzi en el cuarto de baño, una terraza con vistas a la iglesia Tyn y dos enormes camas muy cómodas en una habitación grande con dos sofás, maquina de café (nespreso) y minibar. El desayuno, que iba incluido, lo sirvieron en un restaurante italiano enfrente del hotel, aunque tuvimos que bajar al sótano por una escalera caracol un poco estrecho. Un desayuno tipo bufete muy completo con un poco de todo (huevos, beicon, cereales, tostadas, fiambre, queso, pasteles, yogur, muesli...)
Las únicas pegas: el hotel no tiene ascensor así que tuvimos que subir 80 escalones cada vez que fuimos a nuestra habitación. A veces la limpieza dejaba algo que desear también.
En general un hotel ideal para las personas que les gustar callejear por el casco antiguo y tener muchas restaurantes, cafés y bares cerca.