El personal que trabaja en el alojamiento es amabilísimo, muy atento y servicios. La dueña, Martina, es una persona muy eficiente y resolutiva y ha estado en todo momento pendiente de que todo estuviera bien y respondía inmediatamente a las consultas que le tuvimos que hacer. El sitio es de ensueño, parece sacado de un cuento
de hadas, lleno de detalles de todo tipo, tanto a nivel decorativo como organizativa.
Un sitio aconsejable cien por cien. Nos llevamos un recuerdo inolvidable.